A 12 segundos del minuto 90, cuando el empate parecía el destino irremediable del partido, Antoine Griezmann se inventó un pase, Memphis Depay apareció entre dos defensas y el Atlético de Madrid salió vencedor de un enredo contra el Rayo Vallecano, entre las protestas y la expulsión de Francisco Rodríguez por sus reclamaciones por falta previa del internacional francés.
Un alivio para el Atlético, que sorteó el fiasco de quedarse fuera ya definitivamente de LaLiga. Se quitó un peso de encima, porque se sintió inquieto todo el encuentro, con el miedo en el cuerpo en cada acercamiento del Rayo por momentos, a ratos entre la bronca de un sector de su propio público, lejos de su versión rotunda del Metropolitano, donde la racha sigue: 28 choques seguidos invicto en su campo, 26 de ellos con victoria.
Y un alivio para Simeone, que, de repente, se olvidó el partido a partido, prescindió de casi todo su once tipo y pensó más en próximos desafíos que en el más inmediato para recurrir finalmente a Griezmann, Koke, De Paul y Lino y salvar un duelo decisivo al filo de la caída.
En el horizonte el Real Madrid, el próximo domingo, más allá el Athletic Club, el miércoles que viene, por detrás la carga de encuentros precedentes y por delante todo lo que se viene encima en un febrero y marzo frenético, Simeone dosifica a sus jugadores. «Si no, es imposible», dijo hace tres días. Este miércoles, no jugó de inicio ni siquiera Griezmann.
Tampoco De Paul. Ni Koke. Ni Lino. Ni Nahuel Molina. La rotación fue amplia. Cierto que todos entraron después. No andaban disponibles ni Morata, que sí estará en el Bernábeu, ni Giménez, al que le espera una recuperación de al menos otras dos semanas. Pero la revolución de la alineación fue una declaración de intenciones con el derbi y el Athletic a la vista, también de titularidades para futbolistas menos habituales.
Ya no lo es Rodrigo Riquelme, de inicio este miércoles. Por ahora ha perdido la competencia con Lino. Tan alto es el nivel del brasileño que ni siquiera la calidad del desbordante -también intermitente- internacional español encuentra sitio en el once tipo. Entre su atrevimiento, inherente a él, su aportación fue el centro perfecto del gol del 1-0.
Reinildo, titular por segundo choque seguido, reestrenado en el once el pasado domingo casi un año después de romperse el ligamento cruzado anterior en el Santiago Bernabéu, un elemento incontestable en su defensa, fue el rematador del tanto que adelantó al conjunto local en un partido incierto.
No iba el duelo entonces para un lado ni para el otro cuando marcó el 1-0 sobrepasada la media hora, entre los detalles de Memphis, la agitación de Correa (falló un mano a mano y lo invalidaron un gol por fuera de juego, en su partido 400 con el Atlético) y la capacidad imponente de Pablo Barrios de medio, donde su consolidación ya es un hecho irrebatible.
Su nivel de convicción es tan alto como demostró con recursos como una ruleta en su terreno para dejar atrás dos adversarios. O el pase entre rivales al que dio continuidad en una acción que terminó en una ocasión malgastada, mal definida, por Correa, previo paso por Llorente y por Vermeeren, de estreno en el Atlético y en el estadio Metropolitano.
Al chico de 18 años fichado al Amberes por 25 millones de euros, debutante con apenas cinco entrenamientos con sus nuevos compañeros, en una competición cuya dimensión es enorme comparada con el torneo belga, le pesó su primer compromiso, impreciso, desubicado por momentos en el esquema, posicionado por Simeone en el interior derecho. Cuestión de minutos, trabajo, adaptación, confianza y tiempo. Al descanso, fue cambiado.
Ya había empatado antes el Rayo Vallecano, en el minuto 42. Álvaro García controló con la derecha y remató con la izquierda desde el borde del área, fuera del alcance de Jan Oblak. Un buen gol. Un alivio para el equipo y Francisco, alertado por las dificultades ofensivas, en la definición, de su conjunto. No había marcado en seis de las siete jornadas precedentes.
Fuera Vermeeren, dentro Nahuel Molina, adelantado Llorente al interior derecho, el partido exigía mucho más del Atlético. Ya calentaban en la banda Griezmann, De Paul y Lino, a los que recurrió Simeone antes de la hora de juego, cuando vislumbraba un empate inmóvil y preocupante. Después, Álvaro García enfiló hacia el 1-2. Falló la resolución ante Oblak.
No andaban finos tampoco ni Griezmann ni De Paul, con sendas concesiones que se quedaron finalmente en nada al Rayo, en el que debutó Crespo, recién fichado esta mañana. El banquillo del Atlético, en iguales circunstancias, Gabriel Paulista esperaba su turno, entre la inquietud de un encuentro por decidir, en el filo de un detalle. Un gol. Simeone cambió a Saúl, pitado, para dar entrada a Koke. Otro titular habitual, al campo.
La amenaza del Rayo ya era evidente. Crespo rondó el 1-2. Ya había cierta bronca del público del Metropolitano, sin ver una sola ocasión del Atlético en toda la segunda parte, con el peligro cada vez más visible del conjunto visitante, con un gol anulado por un fuera de juego milimétrico a Memphis Depay, con la LaLiga ya tan lejos tan pronto, cuando apenas se sobrepasa el ecuador del campeonato, hasta que Griezmann y Memphis salieron al rescate, con un gol prácticamente de la nada, al filo del minuto 90.
Agencia Efe