La localidad de Pinto cuenta desde hace justo tres años con un dulce oficial: el Ombligo de Pinto, una creación del maestro pastelero pinteño Justo Almendrote, que además de seguir con su faceta como repostero, se acaba de meter a hostelero impulsando el primer hotel del chocolate de la Comunidad de Madrid.
Almendrote es el ‘alma mater’ de El Indio Chocolatería Boutique Hostel de Pinto, un pequeño hotel de 22 habitaciones situado en la céntrica calle Maestra María del Rosario de Pinto y que se ha renovado por completo bajo su batuta siguiendo «la inspiración del cacao y la conquista de América».
Tras dos años de obras, el renovado hotel se hizo realidad en septiembre pasado, coincidiendo con el Día Internacional del Chocolate, aunque no ha sido hasta este mes de enero cuando ha tomado el nombre oficial de El Indio, «la chocolatería más antigua de Madrid», según explica a Efe Almendrote.
Ubicada originariamente en la calle Luna, en pleno centro de la capital, desde su fundación en 1848, la actual chocolatería El Indio se ha trasladado a la calle Lope de Vega, aunque su antiguo edificio tiene tanta relevancia histórica que fue trasladado piedra a piedra al Museo Arqueológico Nacional tras su cierre.
El hotel del chocolate
«He danzado por muchos sitios y un día coincidí con Manuel Marqués, el propietario de la marca El Indio. Me dijo que tenía este proyecto de un hotel y que si yo iba con él para adelante. Me enganché de la manita suya y aquí estoy», confiesa Almendrote sobre quién tuvo la idea de montar un hotel dedicado al chocolate.
Marqués, responsable de Modus Operandi y creador de una red de hoteles familiares temáticos enraizados con la cultura y la idiosincrasia del lugar en el que se sitúan, como éste de Pinto, tuvo la idea, pero su ejecución la confió en Almendrote, socio del proyecto del nuevo hotel.
«Yo llevo 35 años en esto. Soy campeón de Madrid, campeón de España, embajador gastronómico de pastelería de la Comunidad de Madrid, de Pinto. Tengo récord Guinness, récord del mundo. Al final se alinean los planetas, entre unos y otros. Él hizo la inversión y yo soy el ejecutor», presume el reconocido pastelero pinteño.
El hotel cuenta con 22 estancias, todas ellas decoradas y ambientadas en el chocolate y en la conquista de América, con una decoración inédita en cada una de ellas, lo que lo convierte en «un verdadero parque temático del chocolate: de dónde viene, cómo se hace y cómo llegó a nuestros días».
Desde una habitación inspirada en los incas -la leyenda cuenta que bajo su imperio nació el cacao-, hasta otra protagonizada por la cultura chimú de Perú -país en el que se concentra actualmente la mayor variedad de cacao- o sobre los mayas -para quienes el cacao era un alimento sagrado-.
También hay una habitación dedicada a la nao Trinidad, que transportó toneladas de chocolate desde América hasta España; otra que homenajea al conquistador español Hernán Cortés; y otra dedicada a Malinche, que tan importante papel jugó en la conquista de México como intérprete, consejera e intermediaria del propio Hernán Cortés.
No falta tampoco en este hotel una habitación especial dedicada al propio Justo Almendrote -Justylandia-, aunque la preferida del repostero pinteño es la dedicada a la familia Méric, artífice de la gran fábrica modelo de Pinto en 1866, la Compañía Colonial, la primera en elaborar chocolate al vapor en nuestro país.
«Aunque primero se establecieron en Madrid, en la zona donde ahora está el hotel Ritz, poco después se trasladaron a Pinto, ya que por entonces había una buena infraestructura ferroviaria. Por aquí pasaba el tren de la fresa, por ejemplo, camino de Aranjuez», rememora Almedrote.
Los Ombligos de Pinto
Si había un lugar en el que montar un hotel dedicado al chocolate, ese es Pinto, donde además Almendrote ha montado una confitería, situada en la planta baja (La Chocolatería by Justo Almendrote) del hotel, que también cuenta con su propio obrador, a la vista de todos, donde, entre otras cosas, elabora los famosos Ombligos de Pinto.
«Yo soy el creador del Ombligo de Pinto. Me hicieron embajador gastronómico de Pinto y me propusieron crear algo para la ciudad, con un porqué», recuerda Almendrote, quien cedió al Ayuntamiento su creación y este, a su vez, lo cedió a todas las pastelerías de Pinto para que pudieran comercializar este dulce.
El pastelero pinteño cuenta también el origen de cada detalle del postre pinteño, que debe su nombre a que «Pinto es el centro peninsular, y el ombligo está en el centro del cuerpo».
«A partir de ahí, lleva un bizcocho de zanahoria, ya que Pinto tenía mucha huerta en la época colonial. El bizcocho está calado con canela y nuez moscada, porque eran productos que se traían de las colonias, aquí estaba la fábrica la Colonial. Y por supuesto, el chocolate, con la misma fábrica, que se situó en Pinto», detalla.
La guinda del pequeño pastel la pone una fresa, que ocupa el centro del ombligo, ya que «por aquí pasaba el ferrocarril, por aquí pasa el tren de la fresa camino a Aranjuez».
«Me enorgullezco de haber creado algo para mi pueblo», confiesa Almendrote, que además de ser el máximo artífice del primer hotel del chocolate de la Comunidad de Madrid, aún tiene tiempo de innovar y acaba de sacar algo nuevo: el Ombligo de Pinto 2.0. Aunque por el momento, es una receta que solamente él conoce.
Rubén S. Lesmas ( Agencia Efe)