Rafael Amargo buscaba antes de ser detenido en el marco de la ‘Operación Codax’ un local como punto de distribución y almacén de droga con la tapadera de una lavandería del vestuario de las producciones teatrales para no alertar a los vecinos, según se desprende de una de las conversaciones telefónicas grabadas por la Policía y que ha salido a la luz en el juicio.
La vista oral contra el artista, su exproductor y uno de sus socios por un delito contra la salud pública se ha retomado este martes con la testificales. En la sesión, han comparecido los agentes de la Policía Nacional que intervinieron en las vigilancias sobre el piso situado en el número 4 de la calle La Palma de la capital, y en los registros del domicilio de Amargo y de Eduardo de Santos.
En la primera sesión, el instructor de las diligencias policiales aseveró que Amargo y Eduardo realizaban «compras conjuntas» destinadas a financiar la obra de ‘Yerma’, antes de cuyo estreno en el Teatro La Latina fue detenido el artista.
Según la Fiscalía, Rafael vendía la droga a las personas que acudían a su domicilio y en otras «hacía llegar la sustancia al lugar donde el cliente indicaba para lo cual se valía de su hombre de confianza, el también acusado Manuel Ángel B.L.». También trasladaban la droga en coches de Uber.
La mujer del artista, Luciana Bongianino, ha comentado en la sala los problemas de adicciones del bailaor y sus recaídas en el tiempo. De hecho, Amargo está incluido en el programa de Proyecto Hombre de su centro penitenciario.
Según su relato, cuando les detuvieron llevaban encima una ‘tanita’ –balanza de precisión– para pesar la droga que solían comprar para consumo propio. En ese momento, habían comprado un gramo de metanfetamina.
Además, ha señalado que las sustancias incautadas en la entrada y registro no se correspondían con lo que tenían en su casa para consumo propio, negando que vendieran estupefacientes a terceras personas. «Nos detuvieron por formar parte de una organización de narcotráfico con armas», ha apuntado la testigo, que lucía una chaqueta de cuero con la frase ‘Amargo is inocent’ en pintura blanca.
La fiscal ha preguntado a Luciana sobre los ingresos que tenían en la época de los hechos, ya que entonces pesaban las duras restricciones por el confinamiento del Covid y teniendo en cuenta que consumían al día un gramo y pico de droga cada uno. «Sus padres nos ayudaban y vendiendo mascarillas a 20 euros», ha comentado.
CONVERSACIONES TELEFÓNICAS
En la sesión, uno de los agentes ha detallado una conversación telefónica entre Amargo y Eduardo en la que hablaban de alquilar un trastero como punto de distribución con «una especia de tapadera» de ser una falsa lavandería para la ropa de las producciones teatrales.
Rafael y su interlocutor comentaban avisar a los vecinos de que iba a haber un trasiego de personas al tratarse de un lugar para lavar la ropa de las obras de teatro. «Querían poner una lavadora», ha apuntado el policía, quien ha dicho que no tienen datos de donde iba a ser su localización.
En el contrato no iba a aparecer su nombre ni el de su productor por si pasaba algo. También hablan de que en el trastero iba a haber una zona apartada con «bolsitas» en relación a la supuesta droga.
Por otro lado, los policías que intervinieron en las vigilancias han relatado que les llamaba la atención el tráfico continuo de personas en el número 4 de la calle La Palma en plenas restricciones del Covid. Según el testimonio, Amargo solía asomarse a la ventana del piso investigado.
Las imágenes de una de las cámaras de seguridad de la calle demuestran que el telefonillo al que llamaban las personas que acudían a comprar droga era el segundo derecha, el domicilio en el que en aquella época residía Amargo y su mujer.
La fiscal les ha preguntado sobre las intervenciones telefónicas que forman parte de la principal prueba incriminatoria. En una de las llamadas, habla con un tal Raúl acerca de «mover» un kilo de metanfetamina por el que se desembolsaría cada uno unos 2.000 euros.
Uno de los agentes ha relatado que en cacheo a Amargo se incautó una balanza de precisión usada para pesar las sustancias estupefacientes y que en el registro de la calla La Palma la droga estaban a la vista.
En la fase de testigos, ha comparecido un exrepresentante y amigo de Amargo, indicando que en aquella época era consumidor. A preguntas de la fiscal, ha negado que acudiera a la vivienda de Amargo a comprar estupefacientes, indicando que la droga que se le intervino en la fecha de los hechos la había comprado en Tetuán.
EUROPA PRESS