El cocinero madrileño Dabiz Muñoz del triestrellado restaurante Diverxo (Madrid) ha destacado la importancia de la ‘salud mental’ y ha abogado por «hacer las cosas de otra forma» porque si el talento existe «se pueden hacer las cosas ‘desde un punto de vista más calmado y empático».
Así lo ha manifestado Muñoz en la segunda jornada del congreso gastronómico Madrid Fusión, donde ante un auditorio completo y muchas personas fuera completar el aforo, ha desterrado su conocido lema ‘no pain no gain’ (sin dolor no hay ganancia) porque ahora con 44 años ha reconocido que durante años ha tenido «una relación enfermizamente tóxica» con sus restaurantes.
«Ha habido muchas veces en mi vida que pensé que Diverxo era lo que mejor que podía hacer. Hay una parte de la salud mental que está muy estigmatizada pero el buscar ayuda de un psicólogo para mí es como ir al fisioterapeuta, ir al psicólogo es un ejercicio más de todo lo que hago para poner todo en su sitio», ha expresado.
Pero también ha pedido que en el sector de la hostelería exista la «sostenibilidad de los equipos».
«Tengo 44 años y quería ser cocinero desde pequeño, y lo primero que me dijeron es que era una profesión muy bonita pero que te tenías que olvidar de tu vida personal, pero tu vida cambia y la gente joven quiere otras cosas. Es algo orgánico que tiene que ver con cómo organizas la empresa y tener sentimiento de pertenencia a la casa tiene que ver con qué cosas pasan fuera del restaurante», ha afirmado.
En este sentido, ha reconocido que ha «inspirado» a mucha gente «el sufrimiento que lleva al esfuerzo», pero «esto es malo»: «Si tú quieres liderar aunque sea un proyecto pequeño y quieres aprender tienes que sacrificar, pero eso no significa que tenga que haber sufrimiento (…) se pude pretender ser el mejor disfrutando el camino».
Durante la charla mantenida con el presidente de Madrid Fusión, José Carlos Capel, y su director, Benjamín Lana, Muñoz ha apuntado que uno de los grandes retos de la hostelería global y de España es «profesionalizar todo lo que pasa en un restaurante», porque si algo ha comprobado en sus años profesionales es que «todo» lo que han hecho les ha hecho ser «más eficientes y libres».
«Cocino mucho más con la cabeza que físicamente, la creatividad también se entrena, es un talento que es como un músculo, si todo el día piensas de manera creativa y estas todo el día estudiando para abrir caminos propios tu creatividad es más grane. Hoy en día soy capaz de sacar un plato al comedor sin haberlo probado», ha añadido este cocinero que abrirá próximamente su nuevo Diverxo en la exclusiva urbanización madrileña de La Finca.
Un nuevo espacio para el elegido en noviembre pasado como mejor cocinero del mundo por tercera vez consecutiva que tendrá un coste de entre 12 y 14 millones de euros y en el que quiere que el cliente, al entrar diga: «Hijos de puta, lo han vuelto a hacer».
Agencia Efe